Una nota, una lágrima. A cada nota sentía que el alma se le caía en pedazos. La música seguía su curso, su cara se arrugaba más, sus ojos goteaban y sus brazos se apretaban inevitablemente sobre su pecho. (El pianista siguió tocando ignorando su reacción)
Corazón, te dije que ésta vez iba a ser diferente, porque estábamos preparados...
Y sí, no era dolor como todas esas veces, era simplemente un vacío abismal, inexplicable, un vacío que no dolía, pero destrozaba.

Comentarios

  1. A mí me pasa que cuando yo estoy lista, él no. Y cuando él lo está, yo salgo disparada a otro lado. ¿Me quieres decir cuándo nos vamos a encontrar?

    Un besazo.

    ResponderEliminar
  2. las teclas de un piano suelen desvestir la verdad mas rapido que un par de manos.
    un saludo desde la lejania.

    ResponderEliminar
  3. Ese vacío a la larga te corroe, es feísimo! Deberías de buscar a otro, uno que sepa llenarlo de a poquitos :)

    ResponderEliminar
  4. El piano es el instrumento del dolor y la borachera..

    ResponderEliminar
  5. Un dolor abismal, que feo, realmente lo sentí, y es lo peor.

    Un beso grande, bonito espacio:)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

inspira(me) ☮

Entradas populares