Una nota, una lágrima. A cada nota sentía que el alma se le caía en pedazos. La música seguía su curso, su cara se arrugaba más, sus ojos goteaban y sus brazos se apretaban inevitablemente sobre su pecho. (El pianista siguió tocando ignorando su reacción)
Corazón, te dije que ésta vez iba a ser diferente, porque estábamos preparados...
Y sí, no era dolor como todas esas veces, era simplemente un vacío abismal, inexplicable, un vacío que no dolía, pero destrozaba.
Corazón, te dije que ésta vez iba a ser diferente, porque estábamos preparados...
Y sí, no era dolor como todas esas veces, era simplemente un vacío abismal, inexplicable, un vacío que no dolía, pero destrozaba.
Ese vacío es bastante angustioso
ResponderEliminarA mí me pasa que cuando yo estoy lista, él no. Y cuando él lo está, yo salgo disparada a otro lado. ¿Me quieres decir cuándo nos vamos a encontrar?
ResponderEliminarUn besazo.
las teclas de un piano suelen desvestir la verdad mas rapido que un par de manos.
ResponderEliminarun saludo desde la lejania.
Ese vacío a la larga te corroe, es feísimo! Deberías de buscar a otro, uno que sepa llenarlo de a poquitos :)
ResponderEliminarGracias por tus comentarios...
ResponderEliminarEl piano es el instrumento del dolor y la borachera..
ResponderEliminarUn dolor abismal, que feo, realmente lo sentí, y es lo peor.
ResponderEliminarUn beso grande, bonito espacio:)