Deseo de cosas imposibles.

Quiero acostarme contigo. En el sentido más literal de la palabra. Apoyar mi cabeza en tu pecho y enredar mis piernas entre tus piernas. Sentirte cerquita. Con tus manos en mi cabello y en mi espalda.  Tu cuerpo pegadito al mío. Platicar de todo y de nada. Cerrar los ojos. Abrirlos y encontrarme en los tuyos. Emparejar mi respiración con la tuya. Sonreír porque estoy viva y estoy contigo. Porque te quiero. Porque coincidimos en un ratito de esos mágicos que nos regala la vida.
He leído tantas veces la misma idea. No es cosa nueva. Pero me obsesioné con la idea de tocar tu pecho y recorrer tu espalda con mis deditos. No te hablo de desnudez sino de cercanía. De estar tranquilos. De que el tiempo no pase por nosotros. De toda la ternura que guardo para ti.
De abrazarte por la espalda y llenar los espacios que hay entre tus dedos con los míos. De tocar tu cabello sin que importe estar despeinados. De sentir tu respiración en mi espalda y pensar que nada me falta. Respirar juntos, descansar juntos, existir juntos. Y estar. 

Me gusta pensar en imposibles casi tanto como me gusta pensar en ti. 


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